miércoles, 14 de abril de 2010

Irse de un torneo sin perder...





Esto solo puede decirlo una sola pareja, de 30, 50 o 100 de las que se anotaron en el torneo. Sin ninguna duda es una sensación increíble. Tiene un efecto duradero. Puede marcar el comienzo (o el fin) de una carrera. Te brinda un halo de status, importancia y respeto para los siguientes torneos. Te ayuda. Te gratifica. Te motiva. Te involucra y te convierte en un adicto a esas sensaciones, queriéndolo repetir insistentemente.
Todos pensamos ganar alguna vez, nuestro Reserva del Higuerón. Un torneo profesional, amateur, de la oficina o de la urbanización.
Todos respetables, todos memorables, todos anhelados con la misma fuerza, con las mismas ganas, con el mismo sacrificio…
Sea donde sea, es muy difícil “irse de un torneo sin perder”.
Sin embargo, perder ayuda. Te vuelve mortal. Te vuelve a la realidad. Te despierta. Te hace ver tus errores. Ya no sos quién pensabas que eras. Sos vulnerable…
Siempre le decía a Martín, mi entrenador, que no dominaba el pádel (yo estaba jugando al básquet y quería aprender bien a jugar al pádel)…
Le pegaba fuerte cuando tenía que dejarla suavecita, tiraba una dormilona cuando tenía que tirarla al fondo, jugaba por abajo cuando tenía que tirar un globo… Parecía que mi rival podía leer mi mente!!
Una pareja rival, está bien. Dos, tres, cuatro… Pero por qué todos sabían lo que yo iba a hacer?
Si algo tenía claro, era que no era por culpa de mi (o mis) entrenador.
Evidentemente, no estaba capacitado para ganar. No tenía las armas necesarias, para ser la pareja que saldría vencedora del torneo.
Luego, con el tiempo, con mucho esfuerzo, con mucha dedicación y paciencia, con la mentalidad que me brindó el básquet de pensar “en llegar al domingo, en llegar a la final”… Comencé a perder finales, muchas, casi todas…
Claro, el pensamiento no era el correcto. Yo quería ser finalista y el Dios que protege a los que piden llegar a la final, me concedían el deseo!!!
Mi pedido no era concreto. Mi deseo no era exacto.
Yo quería ganar el torneo, ser el campeón, llevarme los mejores premios y los mejores aplausos, en definitiva, yo quería “IRME DE UN TORNEO SIN PERDER”.
Conozco muchísimas parejas que están equivocadas. Parejas (en teoría) muy potentes que pierden con parejas inferiores, con pensamientos erróneos, con tácticas equivocadas, con sentimientos inversos, con golpes mal interpretados, con velocidades no correspondidas con sus posibilidades o con las necesidades del momento, con sensaciones inexistentes, que viven de la grandeza y no de la humildad, que hablan y piensan mucho pero hacen poco…
Cuando está latente la posibilidad de un torneo, lubrico mis golpes, armo mis estrategias, genero una mente ganadora, noto las pulsaciones aceleradas, afino mi físico, limpio mis zapatillas, ordeno mis palas, preparo mi ropa, vacío mi agenda, repaso mi alimentación, hidrato mi cuerpo, busco los cubregrips…
En Málaga la costumbre es de jugar viernes, sábado y domingo, el torneo entero. La segunda (preclasificados) y primera, arrancan directamente el sábado y generalmente por la tarde o después de las 14.
Normalmente te pueden pasar dos cosas (a grandes rasgos): salir de cabeza de serie o no. Si salís de cabeza de serie no quiere decir nada, solo algunos mejores horarios, quizás no jugués la primera ronda y tener a los otros cabezas de serie, alejados.
Normalmente (en un torneo chico) te tocan rivales asequibles, ganás primera y segunda ronda y entrás a jugar en cuartos un partido complicado (sin ritmo, ganaste fácil y los rivales erraban a la tercera bola) y cuesta encontrar el timming.
Si es un torneo grande, puede que toque algún tapado, hay mayor expectativa, hay más gente, se respira un aire diferente, entrás a full desde el principio (con un mayor desgaste de energías que puede complicarte en partidos posteriores).
Si no salís preclasificado, te enfrentás a los pesados desde el comienzo y tenés que ir eludiendo obstáculos más grandes. Seguramente, también los conocés mejor, por haberlos enfrentado antes o de referencias, y eso también sirve.
En definitiva, IRSE DE UN TORNEO SIN PERDER, es algo maravilloso. Pero hay que conjugar mil verbos para hacerlo.

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