martes, 16 de abril de 2013

En el momento de la presentación...

Los corazones de los 4.000 asistentes del domingo a la primera final, disputada a 5 sets en Murcia en el marco del World Pádel Tour, latían más de lo acostumbrado. Para muchos espectadores era la primera vez que veían a estos monstruos de nuestro querido, amado y maltratado deporte. Otros, nunca habían visto una final. Otros jamás estuvieron entre tanta gente. A algunos, ya más acostumbrados, les sudaban las manos. Entre ellos, Pablito y Juani, que ya han vivido esta situación muchas veces, saltaban, calentaban e intentaban abstraerse de lo que les tocaba vivir. Se los veía tranquilos. Juani saludó a su hermano que estaba en la tribuna, a su espalda en el momento de su entrada al estadio. Un fotógrafo se encargó de avisarle de la presencia, ya que Diego había viajado expresamente para ver la final, en vez de ir a ver a su amada Real Sociedad. Ahora de lo que estoy seguro es que los 2 únicos corazones que estaban en sus pulsaciones “normales” eran los de Juan Martín y Bela. Quienes han repetido el mismo ritual muchas más que 200 veces, por separado, y algunas más que 180 veces juntos. Juraría que un domingo cualquiera, que no haya torneo de pádel donde ellos jueguen, se ponen más nerviosos. Me imagino a sus mujeres pidiéndoles cosas “normales” para personas normales: “Juancito, mi vida, andá a comprarme un poco de muzzarella que me falta para ponerle a la pizza” o a la odontóloga mujer de Bela: “Fer, cariño, por favor, llevá a los niños a jugar a la plaza”. Me imagino a estos dos genios agarrándose la cabeza, haciendo algún que otro puchero y preguntándose: “¿por qué me pide esto a mí?”… Se veía el ambiente electrificado, ansioso, agitado. Aunque el presentador se encargaba de pretender subir aún más la adrenalina entre los presentes se habrá ido un tanto frustrado. Con dos de los presentes no lo logró. JM entró primero. Caminaba tan despacio que todo a su alrededor parecía más bullicioso. Se quitó su bolso Drop Shot del hombro izquierdo, lo dejó en el suelo, dibujó su enésima sonrisa del día, golpeó su pala con su mano y se dio vuelta para esperar a Bela. Bela entró más despacio aún. Creo que le dedicó esos segundos a pensar que hacía unos meses que estaba esperando este momento. Quería disfrutarlo. Saborearlo. Guardarlo para siempre. Para contarlo a sus nietos. Este es uno de los momentos más sublimes en la vida de un deportista. Llegar a la final de un gran torneo. Algunos son buenos y lo logran alguna vez. Otros son mejores, y llegan a hacerlo un par de veces. Algunos menos logran hacerlo más asiduamente y son casi perfectos. Ellos… ellos son únicos. El mundo del pádel gira de otra manera cuando ellos están en la cancha. De pie señores! Con Uds., Juan Martín Díaz y Fernando Belasteguin, ellos… ellos son el pádel!

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